TONI
Los niños son una buena fuente de imágenes, así que, de vez en cuando, es interesante hacer algunas sesiones con ellos, pero, como en este negocio nada es fácil, trabajar con ellos en la mayoría de los casos puede ser tremendamente complicado.
Cuando trabajamos con adultos, es fácil comunicarse con ellos. Todo se limita a su capacidad de interpretación y coordinación, que normalmente, si se eligen bien los modelos, es suficiente. Por lo tanto, la sesión la dirige el fotógrafo.
Con los niños, no hay comunicación, ¡Ninguna!. No hay coordinación, no hay capacidad de interpretación y las sesiones son siempre dirigidas por ellos. Así que es su ternura, sus llantos o su somnolencia, lo que marca los pasos a seguir, y la sesión debe adaptarse a su ritmo.
Para mí es muy importante que para ninguno de mis modelos la sesión resulte una experiencia negativa, sino todo lo contrario, que siempre aporte algo positivo. Y los niños no son una excepción a esta regla. El niño marca el ritmo, si se cansa, paramos, si llora, paramos, si se enfada, paramos, si se duerme, no dejamos de hacer fotos. 🙂
No importa la foto que intente hacer, normalmente, el niño hará todo lo posible para que sea imposible, así que cambio la foto dependiendo de su estado de ánimo.
Si hay un adulto con el niño en la foto, la foto también se adaptará al estado del niño, por ejemplo, si quiero que una madre y su hija se diviertan juntas y la hija se pone a llorar, automáticamente la modelo (madre) se pone a reñir a su hija, o pone cara de agobio y hacemos la foto. Cuando la niña vuelve a reírse, el modelo se readapta y hacemos la foto que estaba pensada en un principio.
Pero la cosa no acaba ahí. Salvo los recién nacidos, los niños se mueven, mucho y al azar. Sea cual sea el encuadre que quieras hacer, el niño se encarga de que tengas que perseguirle por todo el estudio y el momento perfecto (si es que lo hay), se reduce a unos pocos segundos. Es un reto muy motivador y te lo pasas muy bien con el niño y las situaciones que genera, pero es más fácil fotografiar animales desde un hide, se mueven menos :).
Y por último, el modelo adulto debe intentar que su expresión coincida o sea coherente con la del niño, lo que crea situaciones divertidas que nos hacen reír a todos.
Añadiendo más dificultad a la toma porque el niño, que no entiende por qué se ríe el adulto, muchas veces no coincide con su expresión y se queda distraído mirando a su alrededor.
Aunque no todo es malo, a veces los niños colaboran y ayudan en lo que pueden…
CARLA
Para mí, las sesiones con niños son un reto porque, como ha explicado Toni, tienes que adaptarte constantemente a sus gestos.
A lo mejor estás haciendo una foto sonriendo mirando a cámara y de repente, el niño se pone serio o se pone a llorar, pero claro, tú no lo ves y, por lo tanto, no te das cuenta y sigues sonriendo.
Y de repente Toni dice “Cara de cansancio” y tienes que cambiar el chip por completo. Y es muy probable que en esos pocos segundos de adaptación, el niño haya vuelto a cambiar su expresión y eso pasa un sinfín de veces jajaja.
Además, si son pequeños, tienes que llevarlos en brazos durante toda la sesión, y durante la primera hora no pesan mucho, pero luego … acabas con los brazos doloridos… jajaja
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