A veces hay fotos que implican una dificultad añadida como es el caso de ésta. El tranvía amarillo, que era el que nos gustaba para la foto, pasaba cada 20-30 minutos, así que mientras estábamos haciendo diferentes fotos y lo veíamos venir, alguno de nosotros exclamaba “¡tranvía!”, e inmediatamente Carla y Mario dejaban lo que estaban haciendo y componían la foto. El ritmo trepidante generó momentos divertidos y unas risas incontroladas que teníamos que paliar antes de que el tranvía llegara al punto óptimo.
Solo daba tiempo a hacer tres fotos cada vez que el tranvía estaba en una posición aceptable. Además, el paraguas generaba sombra en las caras de los modelos y había que apartarlo ligeramente solo en el momento de la foto para evitar que se mojaran los modelos.
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