Para poder hacer una sesión de fotos profesional, se necesita un buen equipo de fotografía, los mejores modelos posibles, y una localización que nos ofrezca un fondo adecuado.

Ese fondo no es fácil de encontrar por lo que frecuentemente hay que salir a buscar localizaciones, en las que poder hacer las sesiones más adelante.
Algunos de los lugares a los que vamos buscando esas localizaciones son muy bonitos, a veces sorprendentes, y otras veces absolutamente espectaculares.

La lavanda es una flor aromática que florece en julio, y que tiene muchos usos estéticos y cosméticos por lo que resulta un motivo excelente para una sesión de stock. Así que en esta ocasión, a finales de julio nos desplazamos a Brihuega, un pueblecito de Guadalajara en el centro de España, famoso por sus campos de lavanda.

Aunque nuestra opción inicial era la Provenza Francesa, donde hay mucha más extensión de campos, problemas técnicos de última hora hicieron que nos decidieramos por un destino dentro de nuestras fronteras.
Normalmente hacemos un primer viaje para buscar localizaciones y otro más adelante para la sesión. Pero esta vez como excepción organizamos un solo viaje de 5 días en el que buscaríamos localizaciones el primer día, y haríamos las sesiones los siguientes.
Esto fue así porque estaba terminando el periodo de floración de la lavanda, y nos habíamos quedado sin tiempo para organizar 2 viajes distintos. Por lo tanto llegamos justitos, porque ya había bastantes campos cosechados, y otros los fueron cosechando mientras estábamos por allí.

Este es el aspecto de un campo de lavanda recién cosechado. Nada que ver con el glamur de los campos en flor.

Al desplazarnos con todo el equipo de foto y vídeo, pudimos grabar planos del entorno mientras buscábamos los campos más adecuados para las sesiones y lo íbamos organizando todo.

 


Buscando campos, encontramos algunos lugares preciosos donde nos entretuvimos grabando y fotografiando por simple afición, como Civica, un antiguo pueblo abandonado de Guadalajara excavado en la roca, precedido por una bonita cascada.


Tras muchos kilómetros y cálculos relacionados con la orientación de los campos en relación al sol, encontramos los idóneos en los que hacer sesiones a distintas horas del día.
Debo decir que fue realmente placentero grabar entre campos de lavanda, en los que en la mayor parte del tiempo, estuvimos completamente solos.


La tranquilidad, la luz del amanecer y el atarceder, el meticuloso orden de los cultivos en franjas de lavanda perfectamente equidistantes, los millones de abejas que revoloteaban frenétivas con un incesante zumbido sorprendentemente sonoro, y las flores agitadas por el viento nos permitieron sacar planos muy bonitos en un entorno relajante y motivador como pocos.



Costó bastante encontrar los campos adecuados para cada hora del día, ya que había que calcular las orientaciones de los surcos para que la incidencia de la luz fuera la adecuada para cada amanecer o atarcecer, que son las horas de mejor luz.


Y ya puestos, llegado el esperado atardecer, o muy temprano al amanecer, aprovechamos cada uno de ellos para disfrutar del paisaje, y de una de las cosas que más nos gustan, la fotografía.

En sucesivas entradas del blog, os iremos enseñando en pequeños vídeos algunas de las localizaciones que encontramos, y posteriormente, os contaremos como se hizo la sesión.
En este vídeo podéis ver algunos de los planos que grabamos en la búsqueda del campo de lavanda ideal.